Conejo Sombrío

La luz de mi vida se ha apagado, ahora camino en las tinieblas.

Frenéticos y orgiásticos encuentros siderales se celebran en la morada de Dios.
Sibilas boreales susurran palabras ininteligibles mientras duermo.
Derroche sibarítico de semen, de sudor y de sangre.
Se cierran las puertas.
Nace una nueva vida.
“¡Dios ha muerto!”
El mundo sigue, inexorablemente, su camino.
Afuera, Dios y la muerte juegan con gran felicidad.


AAR

Camina entre la oscuridad de la fe.

Se yerguen los rostros ocultos tras la pared de la nada.

Su visión se nubla.

Aires violentos golpean su espalda.

Caen retazos de sueños sobre la mierda de la vida.

La muerte acecha.

Todo aparece bajo la mirada de los muertos.

Se desvanecen, lentamente, las huellas de los caminantes.

Un hálito frío sopla entre la oscuridad de la nada.

Se sienta.

Descansa.

Silencios se escuchan desde lo alto.

Observa.

Rostros muertos lucen sonrisas de alegría.



AAR

A Sandra, Con todo mi amor

Avanzan los minutos
entre la amarga distancia
que nos separa sin cesar.
Tu voz, en los momentos
tristes y solitarios de mi ser,
alienta el deseo de preservar
tu presencia en mi vida.
Amor distante que transcurre
por un camino pletórico de azar.
Sueños compartidos.
Esperanzas con futuro.
Largos espacios de soledad
suceden en las noches
en que la distancia desgarra,
sin compasión alguna, mis entrañas.
Amor distante inunda
el sueño vagabundo de los dos.

AAR



Conejo Sombrio

Dios ha muerto, los hombres lo han matado



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