Conejo Sombrío

La luz de mi vida se ha apagado, ahora camino en las tinieblas.

Quiero contarles algo que me sucedió hace seis meses. Soy estudiante y con otros amigos tenemos costumbre de ir a los boliches a bailar. Frecuentamos esos sitios de pistas atiborradas de chicos y chicas donde la diversión es grande.
Al rato de llegar me presentaron un muchacho que primero me pareció carente de encanto pero a medida que conversábamos mi opinión sobre él cambió notoriamente. Bailábamos bien apretaditos mientras tocaban un tema lento. De pronto sentí el contacto de otra mano que comenzaba a explorar mi cuerpo.
Me considero una chica muy libre pero no tenía deseo de ese contacto e intenté rechazar con prudencia los intentos del desconocido. Pero la mano no quiso comprender mi actitud y en lugar de retirarse se pegó con más fuerza contra mi cuerpo. Quería terminar con eso pero al mismo tiempo no deseaba armar un escándalo.
Aprovechándose de la situación, el desconocido iba avanzando por mi vestido con una lentitud calculada. Me sentía muy turbada. En la pista, eran evidente los intercambios eróticos del público. El desconocido continuaba con su exploración. Sus dedos ya se insinuaban en mi bikini. Sin darme cuenta me había mojado ¿por qué nadie se daba cuenta de lo que me estaba sucediendo? Una de mis amigas estaba a mi lado. Ella me hablaba. Un dedo más curioso que los otros pasó por sobre los labios de la vagina para acentuar la caricia. Temblé. El índice del desconocido comenzó muy internamente a penetrar mi intimidad.
Yo, con vergüenza, me tensé respondiendo a sus avances precisos, sentí de pronto contra mi vientre la caricia de otra mano. Mi vecino de la derecha, una amiga estaba del otro costado. Ese instante, en lugar de drásticamente rechazar a ambos los dejé hacer. Hasta facilité el avance del dedo hacia mi vagina. Me apreté contra la pared alta de una banqueta. Los hombres me tuvieron casi encerrada mientras que mi compañero de baile o era muy estúpido o estaba de acuerdo con los otros dos.
El desconocido metía y sacaba con mucha sapiencia su índice de mi intimidad. El otro, me había levantado ligeramente el vestido con el afán de avanzar hacia mi bikini y sus dedos acariciaban los labios de la vagina.
Era un tipo de perfil recio con arrugas alrededor de los ojos. Se dedicó especialmente al clítoris. Es inútil describir la emoción y la locura sensual que se había apoderado de mí en ese momento. Yo gozaba, incapaz de pensar en algo. Si aún no me hubiera quedado una pizca de pudor les hubiera pedido, les hubiera gritado que me tomasen, que me penetraran. El momento del orgasmo llegó tan rápido. ¡Las circunstancias eran completamente extrañas! Después el dedo que había comenzado el ataque se retiró y se quedó sólo el que me masturbaba que hizo unas veloces incursiones por la vagina. El ritmo de la música había cambiado, las parejas volvían a formarse y ahora bailarían un rock. Los hombres se alejaron.
-¿Qué te pasa? -me preguntó mi compañero de baile-. ¡Tenés cara de cansada!
No supe que responderle, le dije que quería irme partiendo más temprano de lo que era común en mí. Volví al lugar varias veces después de aquella noche, pero entre la concurrencia no pude reconocer a los dos hombres. La velada se transformó en un buen recuerdo.


CAAFF

Frenéticos y orgiásticos encuentros siderales se celebran en la morada de Dios.
Sibilas boreales susurran palabras ininteligibles mientras duermo.
Derroche sibarítico de semen, de sudor y de sangre.
Se cierran las puertas.
Nace una nueva vida.
“¡Dios ha muerto!”
El mundo sigue, inexorablemente, su camino.
Afuera, Dios y la muerte juegan con gran felicidad.


AAR

Camina entre la oscuridad de la fe.

Se yerguen los rostros ocultos tras la pared de la nada.

Su visión se nubla.

Aires violentos golpean su espalda.

Caen retazos de sueños sobre la mierda de la vida.

La muerte acecha.

Todo aparece bajo la mirada de los muertos.

Se desvanecen, lentamente, las huellas de los caminantes.

Un hálito frío sopla entre la oscuridad de la nada.

Se sienta.

Descansa.

Silencios se escuchan desde lo alto.

Observa.

Rostros muertos lucen sonrisas de alegría.



AAR

A Sandra, Con todo mi amor

Avanzan los minutos
entre la amarga distancia
que nos separa sin cesar.
Tu voz, en los momentos
tristes y solitarios de mi ser,
alienta el deseo de preservar
tu presencia en mi vida.
Amor distante que transcurre
por un camino pletórico de azar.
Sueños compartidos.
Esperanzas con futuro.
Largos espacios de soledad
suceden en las noches
en que la distancia desgarra,
sin compasión alguna, mis entrañas.
Amor distante inunda
el sueño vagabundo de los dos.

AAR

Bajó la mirada. 
Una lluvia ígnea penetró por su cabeza. 
El aire, aún gélido, sopló retazos de melancolía y de tristeza. 
Estaba solo. 
Abrazó a su soledad, la escupió.
Se alejó. 
De sus ojos brotaron trozos de miedo; 
sus manos apretaron al silencio. 
El camino lucía desierto. 
Se levantó. 
Tomó a su corazón y lo ahogó entre la mierda de un gallinero. 
Avanzó entre el silencio de su sombra.
Al fondo, un puñal asesinaba a sus padres. 
Alzó la mirada. 
Una sonrisa apareció en su rostro muerto.

AAR

Aires purificados se pudren en el cielo
con el tósigo maldito de los dioses buenos;
destruyen la armonía con sus oscuros cuernos:
los ángeles asesinos emprenden el vuelo.
Miserables excomuniones de antros divinos
realiza el sagrado Dios de la maldad sin velo,
envenena la naturaleza con recelo
en contra de los patéticos hombres benignos.
¡Por la luz inconmensurable del santo padre!
se maldice la existencia de los pecadores:
las pasiones no desean la nefanda indulgencia
de ese Dios protervo ni tampoco de su madre,
no comprenden la lujuria de los salvadores:
fornican todo el día con gran concupiscencia.

AAR

 A mi sombra
 Se aleja nada entre el vacío se palpa la presencia nada fuegos fatuos aparecen
nada solamente un rostro ebúrneo sigilosamente se diluye nada otra vez luces
sombrías parpadean intermitentes nada unas hespérides sonríen desde lejos
nada vuelve a aparecer el humo ígneo de tu mirada nada todo fluye largo
devenir lento camino se inicia desde tu partida nada aves vuelan ríos de
lluvia misteriosa nada vida absurda dolor llanto sueño nada de nueva cuenta
se aleja nada nada nada....


AAR

Por los pútridos aires
vaga todavía el semen
de los espíritus divinos;
en una orgía frenética
copularon, muchas veces,
con la virgen María.
Nacieron los hijos de Dios,
los asesinos de la humanidad.
Hoy es un buen día para asesinar a Jesús.
Por los espacios de la nada,
extiendo la imagen divina de la inexistencia.


AAR

Fluye el agua entre las máscaras ígneas de la existencia.
Avanza... No se detiene.
Un niño, olvidado,
con las cicatrices del futuro en su rostro,
observa el devenir inexorable de la vida.
Se desangra la noche sobre las mujeres muertas que yacen en el jardín.
El agua escurre sobre los rostros muertos.
El niño, con una flor en la mano,
se pierde entre la oscuridad de la muerte.


AAR

A mi sombra

Nubes borrosas se ciernen
sobre la vida errante del viajero.
Amargos llantos se escuchan
en la puerta distante del olvido.
Silencio, un oscuro silencio,
se expande a través de las ventanas,
donde algún día floreció la ilusión.
Vuelve, nuevamente, el balbuceo
nocturno de los recuerdos,
hoy enterrados en las entrañas
deshechas por el tiempo.
Sigue su paso el viajero
mientras su existencia cae en pedazos.
Flores marchitas yacen sobre su ataúd,
nadie, ni la lluvia, se aproxima a él.
Muere el amor.
Sin un adiós,
el viajero regresa a su tumba.


AAR

Hace un año, mi amiga y yo comenzamos un juego caliente y no hemos perdido oportunidad de llevarlo en práctica.
Mi amiga, Lulu, es una chica de más de 1.70 m, con pechos grandes, plenos.
Tiene cabello corto castaño, ojos grandes y azules, y un cuerpo curvilíneo que parece decir a su paso que es una invitación sexual.
Yo no le voy en zaga.
Soy un poco más alta que ella, con pelo largo claro, ojos marrones y un busto llamativo.
¡Somos un dúo a todo sexo!


Empezare contando lo que sucedió un año atrás.
Estabamos en mi casa, solas, fumando y bebiendo, habíamos conversado sobre algunas aventuras amorosas y nuestro humor estaba para ese momento un poco especial.
Mi novio había ido de viaje y el de ella se había ido a trabajar lejos hacía varios meses.
Durante ese tiempo la excitación había in crescendo y aquella noche hizo eclosión.
A consecuencia de nuestro humor le sugerí a Lulu mirar las revistas de desnudos de mi novio.
Aunque el se hacía el desentendido, yo sabía bien donde las guardaba. Con nuestro ánimo caliente y al contemplar esas imágenes sexys, la consecuencia natural fue que comenzábamos a mojarnos cada vez más.
Tanto que, por primera vez, empezamos a acariciarnos sensualmente.
Lo inició Lulu, y con eso no quiero echarle la culpa de nada, en todo caso sería su mérito, y yo respondí inmediatamente.
Deslizó su mano sobre el escote de mi remera acariciándome los senos a cada momento con un poco más de fuerza.
¡Qué sensación tan estimulante! Lulu se acercó a mi oído y me dijo en voz muy queda.
¿Por qué no nos lamemos una a la otra y jugamos a la esclava?

-Cómo es ese juego de la esclava?-le pregunté mientras me sacaba la remera y el corpiño de encaje rojo.
-Veo que entendés de qué se trata aunque preguntes-me contestó ella mientras repetía mi gesto quedándose desnuda hasta la cintura.
Luego continúo:
-¡El juego de la esclava consiste en satisfacer las fantasías de la otra!
Lulu se desnudó.
¡Es hermosa!
Se inclinó hacia mí y me cubrió con su cuerpo voluptuoso. Me besó de lleno en la boca, mientras la lengua se enredaba con la mía.
-Quiero que seas mi esclava-me murmuraba-, y yo seré después la tuya y podrás hacer conmigo lo que desees.
La idea me excitó aún más y me quité el bikini separando las piernas.
Ella me elevó la cola sobre una almohada.
-¿Qué te parece la idea?- volvió a preguntarme.
Yo empujé mi vagina ansiosa y húmeda al aire y le contesté:
-¡Soy tu esclava sexual, voy a hacer todo lo que desees!
-Será hermoso!-respondió en un gemido felino y sensual.
Eso fue el comienzo de una semana en que no dejamos de acariciarnos, succionarnos, lamernos, mordernos y penetrarnos. Nos turnábamos para tomar el papel de la esclava y la ama.
Una se divertía más que la otra. Lo intentamos todo, lo que habíamos leído en el bloc de FranConejo y también lo que nuestra imaginación nos dictaba.
El primer día, el papel de la esclava me tocó a mí. Lulu colocó una larga chalina de seda en mi cuello.
Ató mis manos y mis pies con corbatas de terciopelo.
Cuando caminaba tenía que llevar mis manos atadas a la espalda.
Me colocó también cadenas como collares de diferente largor, algunas colgaban alrededor de mis senos.
Eso me hacía sentir bastante exótica. También me puso un cinturón de metal.
Después la vi preparar unos lazos extraños, no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero se me ocurría muy excitante.
Un rato después, los lazos fueron colocados en unos ganchos que había en el techo y yo nunca había visto antes.
Me sujetó a estos por medio de los lazos, allí estaba indefensa y desnuda.
Lulu me obligó a abrir las piernas mientras me daba suaves fustazos en la espalda.
Después prosiguió con los golpes en el buso, la entrepierna y el trasero.
¡Me calentaba tanto que creí que no podría esperar el momento para chuparle la concha!
Después de una media hora de este juego alocado, ella empezó a frotar sus genitales contra los míos hasta llegar al orgasmo.
Luego se arrodilló y me succionó hasta dejarme seca.
Después me dejó liberarme de las ataduras que me unían a los ganchos y colocó mi cara entre sus piernas.
Los pechos grandes y transpirados de Lulu se balanceaban mientras me pedía que le hiciera llegar.
¡Y ya lo creo que terminó!
Mi cara quedó empapada con sus jugos. Los dos caímos en un profundo estado de sopor.
Fumamos un cigarrillo y nos fuimos a bañar juntas.
Como esclava, me correspondía a mí bañarla, como ella lo haría luego conmigo cuando yo fuera la ama.
La succioné desde los senos hasta los pies.
Lulu parecía que iba a estallar de tanto estremecerse.
Las dos estábamos totalmente enjabonadas y nos divertíamos frotándonos los senos y vaginas juntas.
-No puedo esperar más para ser tu esclava-me dijo.
Estaba segura de que Lulu realmente sentía lo que me decía.
-Mañana será mi día. ¿De acuerdo?-le pregunté.
Ella asintió, sonriéndome suavemente mientras nos secábamos los cuerpos empapados.
Durante todo el día seguía siendo la esclava de Lulu postrándome ante ella.
Fue una gran diversión.
Siempre disfruté haciendo cosas por mi amiga y ahora que sabía que tendría un premio fabuloso gozaba mucho más.
Aquella noche, estaba acostada de espaldas, tendida sobre una falda mientras ella me toqueteaba.
Había perdido la cuenta de cuantos orgasmos había tenido, pero ella quería que aún fuesen más.
Me levantó y me llevó hacia el cuarto de la esclava, así llamamos al que tiene el gancho en el techo.
Me ató al tiempo que me decía obscenidades. Me besó con fuerza en la boca.
Frotó su cuerpo contra el mío y me dio un fuerte pellizcón en el costado de un seno.
Luego salió y regresó con en consolador, pero esta vez era otro que llevaba atado en la cintura.
¡Esto no me lo esperaba!
Lulu me estuvo penetrando durante horas. Luego me ordeno succionarlo.
Me frotó sobre los senos, haciendo como si fuera de verdad y fue a vacilarse sobre mis pechos o el vientre.
Esto realmente me excitó.
Me hizo acostar en la cama con las piernas separadas y la vagina elevada a ella. Me ató las muñecas y luego los talones con pañuelos.
-Dentro de un rato estarás pidiendo que te ponga la concha para chuparla!-me dijo.
Sonrió mientras tomaba el vibrador y lo introducía profundamente en su interior. Se movía arriba y abajo de mi vagina.
Colocó una almohada debajo de mi cola y comenzó a frotar sus genitales contra los míos.
Por momentos sacaba el consolador de su interior y lo introducía con furia dentro de mi vagina.
-¡Cojeme!-me decía mientras se inclinaba sobre mí y me mordía el pezón izquierdo, para luego empezar a succionar el seno.
Luego seguía:
-Déjame llegar a tu concha. ¡Necesito llegar!
Lulu me volvía loca con sus palabras. Me había dejado completamente a su merced.
Para ese momento mi estimulación había llegado a tal grado que empezaba a sentir que realmente me estaba follando a ella.
Fue entonces cuando respondí:
-Fregá tu concha en la mía. Quiero sentir esos labios jugosos sobre los míos. Quiero sentir como te mojas. ¡Vamos, termina arriba mío!-se lo rogaba y estaba a punto de llorar.
¡Era la sensación más electrificante que hubiera experimentado nunca!
A la mañana siguiente me desperte con una sensación cosquilleante entre mis piernas.
Era Lulu lamiendo los labios de mi vagina. Unos segundos después yo gemía y me estremecía de placer
-Buenos días-me dijo-¿Hay algo especial que tu esclava pueda hacer por ti?-finalizó.
Me había lamido los pezones y frotado el clítoris hinchado con sus dedos trémulos.
Le dije que me gustaba lo que hacía y que deseaba que siguiera mordisqueánome hasta que tomásemos el desayuno.
Ella hacía todo tan magnífico que pronto supe que pasaría una jornada maravillosa.
Me pasé el día satisfaciendo mis fantasías.
No solamente le hice a ella lo que ella hizo conmigo, sino que le sugerí que nos fuésemos a comprar corpiños al centro.
Fuimos en mi auto y en el camino nos detuvimos a cargar nafta en una estación de servicio que estaba en un bar de cuarta.
La llevé a Lulu hasta el baño de damas, esos lugares siempre tienen baños dudosos con aberturas por donde se puede espiar.
Sin decirle nada a mi amiga, me había llevado algunos juguetitos.
El lugar estaba desierto. Sobre el lavatorio había un espejo y otro en una de las paredes que enfrentaba la puerta.
Se me ocurrió ofrecerles un buen espectáculo a los mirones. Hice que Lulu me lamiera
Me encanta cuando me succiona y me mordisquea los labios de la vagina. Me pongo realmente excitada cuando hace eso.
Mientras me lamía se masturbaba. Luego yo me senté en el inodoro y ella me montó en la cara.
Hundí mi boca en su cofre caliente y jugoso y lo chupé como si se tratara de un fruto divino.
Dejé el juguete para el final. Después que la había hecho llegar y estremecerse, me até el consolador y me incliné sobre el lavatorio para poder luego embestirla.
Lulu sólo pudo soportar durante 10 minutos mi intensa penetración. No le había dejado respiro y la pobre estaba cansada.
Me pedía que me detuviera. Le dije que si estaba bromeando.
Luego, le até las manos y terminé el trabajo. Me sentía como una puta y así llegué al orgasmo.
Luego metí el consolador en su boca para que lo lamiera y lo dejara totalmente limpio. También tubo que chupar cada gota de mi jugo.
Después seguimos nuestro camino para comprar corpiños. Los vestuarios son lugares divertidos.
Hice que me lamiera o succionara en los sitios que pude.
¡Era algo realmente excitante hacerlo en esos pequeños gabinetes con la posibilidad de que cualquiera nos descubra en el momento más impensado!
Actualmente, hacemos todo lo que se nos ocurre y es posible llevar a la práctica.
Aún tenemos nuestros novios, pero nos hemos transformado en mejores amigas dese que mantenemos este régimen de "esclavitud".
Desde que somos capaces de actuar ese papel han sucedido cosas interesantes.
Noches atrás fuimos a un bar de lesbianas e hicimos varios levantes en púbico, además de hacer demostraciones entre nosotras.
Hoy me tocará ser su esclava. Me hará desnudar y luego a dar una ducha en el baño para continuar ordenandome cosas.
¡No puedo esperar a que se inicie el juego! Me encanta esto.
Podemos pasarnos todo el día practicándolo sin por eso aburrirnos y volver a iniciarlo al dia siguiente.

Y vos! que esperas para jugar este juego con tu amig@?


CAAFF

Vaginas llenas de maldad.
Vírgenes divinas lucen en los mingitorios.
Mierda y miasmas yacen
bajo la luz sagrada de las criptas.
Emerge, desde lo más hondo
de las entrañas de Dios,
un hálito maligno, que brota
entre el hedor fétido de los meados.
Dios levanta su falo enfrente de María.
Una voz se escucha
en el interior del burdel.
Todos lloran de alegría.
El semen sagrado se vierte
sobre las botellas olvidadas
de un bendito prostíbulo.

AAR

Se quedó sentada.
Retazos de mierda
yacían en su rostro.
Se limpió la cara
con el alcohol
incandescente de la tierra,
para observar, absorta,
la tumba de su muerte.

AAR

Abres el vacío que subyace
bajo la pasión sombría del deseo.
Ardientes besos,
se pierden entre la frialdad
perenne de tu cuerpo.
Lamentos ayunos de amor
emergen profusamente:
triste encuentro programado.
Besos, gemidos y caricias
vagan sin hallar respuesta.
Vertimos nuestras soledades
en un espacio furtivo,
en la nada... callas.
Bajas la mirada
mientras hablo con mi sombra.
Volvemos, sin rubor alguno,
a sumergirnos en la oscuridad.
Otra vez, como todas las ocasiones,
abres el vacío que subyace...

AAR



Conejo Sombrio

Dios ha muerto, los hombres lo han matado



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