Bajó la mirada.
Una lluvia ígnea penetró por su cabeza.
El aire, aún gélido, sopló retazos de melancolía y de tristeza.
Estaba solo.
Abrazó a su soledad, la escupió.
Se alejó.
De sus ojos brotaron trozos de miedo;
sus manos apretaron al silencio.
El camino lucía desierto.
Se levantó.
Tomó a su corazón y lo ahogó entre la mierda de un gallinero.
Avanzó entre el silencio de su sombra.
Al fondo, un puñal asesinaba a sus padres.
Al fondo, un puñal asesinaba a sus padres.
Alzó la mirada.
Una sonrisa apareció en su rostro muerto.
AAR
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